Nos parece interesante plantear que la película Migas de pan puede resultar útil para reflexionar en torno a algunas ideas planteadas por Matte (2009) en el sentido de relacionar la importancia de contar con un buen guión para poder desarrollar una buena clase.
“El guión es una estructura dramática, una forma de organizar los elementos que conforman una historia. No es la película, es como si lo fuera, es un código común para todos aquellos que trabajan en ella. La misma función vemos en la preparación de una clase. El esquema que yo haga de ella debiera tener tan claros los pasos, los objetivos y actividades que si otro profesor tomara esa planificación podría ser capaz de hacer la clase estructurada por mí.” (Matte, 2009)
Esta película puede ser un ejemplo interesante que sirva para pensar la similitud de un guión cinematográfico y el guión o recorrido que organizamos al preparar una clase. La autora nos ilustra sobre la importancia de generar una tensión, muchas veces una polarización entre los personajes, que introduzca el drama humano. Así, las clases seguramente podrán ser más interesantes si los estudiantes logran percibir ese drama que atraviesa la mayor parte de los contenidos de enseñanza que impartimos y puede ser una estrategia para que no queden ajenos a esos contenidos.
Plantear problemas en una clase, romper los equilibrios “cómodos”, proponer preguntas que mantengan un cierto nivel de intriga y que provoquen el interés por el desenlace de la trama, es decir utilizar todos estos mecanismos que disfrutamos en una película pueden contribuir a despertar y mantener el interés de los estudiantes en la clase.
Así, en la película, rápidamente se plantean una o varias intrigas que mantienen la atención del espectador para saber cómo se resolverán, a su vez, se van presentando personajes que juegan diferentes roles en la trama y que agudizan el conflicto, por ejemplo, la madre de la protagonista y sus diversas actitudes y comentarios en varias secuencias, los dichos de algunos militares, los comentarios de la nuera de la protagonista, entre otros. Todo esto inmerso en un ir y venir en los tiempos históricos, en un juego entre varios pasados y varios presentes.
En un cierto paralelismo, nuestras clases podrían intentar pensar una trama en donde aparezcan puntos de tensión, introducidos por las posturas de autores diferentes o visiones diferentes de los procesos que estamos enseñando. También la temporalidad podría generar algunos diálogos entre el pasado que estamos enseñando y el presente desde el que se investiga o en el que aún golpea y repercute ese pasado. Y quizás un ida y vuelta entre ese pasado al que visitamos en nuestras clases desde este presente en el que estudiamos, investigamos y enseñamos ayude a sostener la atención por parte del estudiantado.
Finalmente, la película tiene un desenlace en el que, de algún modo, se “resuelve” una parte de la trama, la relación entre madre e hijo y se anuncia la apertura de otro camino, en la conferencia de prensa en donde las ex presas políticas denuncian las violaciones sufridas. Los dos desenlaces están vinculados, el segundo impacta en la persona del hijo que modifica el vínculo con su madre a partir de cierta comprensión de una realidad que no conocía o no había querido o podido conocer. De igual manera, nuestras clases podrían tener un cierre, un desenlace en donde parte de la trama que desarrollamos se resuelva de algún modo y, a su vez, abra la posibilidad de conectar con los asuntos de nuestros próximos encuentros, pero que siempre dejen un ingrediente de reflexión en los estudiantes.
“Los últimos 10 ó 15 minutos dejarlos para el desenlace. Hay que dar tiempo para cerrar las ideas en la cabeza del espectador y ayudar a digerir lo adquirido (ya sea visto o aprendido). Es un tiempo clave para la anagnórisis (revelación, conocimiento y comprobación de lo que sé). En el cierre debe existir la posibilidad de que el público haga el insight, esto quiere decir que mucho antes yo implanté una idea y luego obtengo un beneficio de ella. El momento más importante puede ser silencio, solo imagen y acción.” (Matte, 2009)
En el sentido de lo que plantea la autora la película nos permite viajar al pasado, aprender ciertos datos a partir de una historia de vida con la que nos conectamos. Así, podemos analizar el desarrollo de esta trama para que nos ayude a pensar cómo podemos diseñar las tramas de nuestras clases. Recordar que es importante crear un clima, una atmósfera que ayude a los estudiantes a transportarse al ambiente, al tiempo, al espacio que quiero mostrar. Presentar algún personaje con el que puedan identificarse, que aporte ciertos ingredientes dramáticos que generen interés, tensión. Desarrollar una trama conceptual, ilustrada con alguna anécdota, escena, que haga verosímil, mi visita al pasado. En definitiva, llevar la vida a la clase para buscar involucrar a los estudiantes. Si nada de esto sucede es como cuando nos disponemos a mirar una película en la que no encontramos ninguno de estos elementos: apagamos la pantalla y nos dedicamos a otra cosa. Así, los estudiantes apagan la atención que podrían dedicarle a la clase y la disponen para otra cosa más atractiva.
“A modo de epílogo, tengamos siempre en cuenta que el aprendizaje es más efectivo y duradero cuando pasa por la emoción, cuando en él hay algo de nuestra propia experiencia, cuando nos permite reconocernos en aquello que aprendemos, en definitiva, cuando se vuelve significativo para nuestras vidas. Al igual que una buena película que quisiéramos ver una y otra vez.” (Matte, 2009)
Si bien cualquier proceso histórico puede movilizar las emociones de docentes y estudiantes, sin duda los temas de la historia reciente, de la violencia de género, de las violaciones a los derechos humanos pueden ser especialmente movilizadores de emociones y sentimientos. Sin caer en sentimentalismos exagerados, sería interesante que los docentes aprovechen esas emociones para despertar interés y generar entusiasmo por conocer más sobre ese pasado que aún sigue abierto y que nos interpela permanentemente.